Cuidamos hasta los detalles más pequeños a fin de que el alumno incorpore en su vida los hábitos de amable convivencia.
En este sentido, valoramos la presentación personal, y la puntualidad. Fomentamos el sentido positivo de la vida. Por eso agradecemos y reconocemos los gestos simples, como saludar en las mañanas y despedirse a la salida, y también nos preocupamos de que los alumnos valoren la oportunidad de recibir una enseñanza de excelencia gracias al trabajo y al cariño de sus padres.
Una comunidad acoge a sus integrantes y eso procuramos en nuestros establecimientos: aquí los alumnos encauzan sus emociones y así movilizan toda su energía hacia el estudio y ejercitan sin tensiones su voluntad, a fin de alcanzar sus metas propuestas. Desde la experiencia de la contención, los niños y adolescentes aprenderán a levantarse tras una decepción y a tolerar la natural frustración que ella les puede producir.
Los primeros educadores de los hijos son sus padres y los colegios son un estrecho colaborador de ellos. Con confianza, cooperación y comunión de ideales podremos llevar a cabo con éxito la misión.
Abrimos el espacio para que los padres participen y apreciamos su compromiso en cada uno de nuestros colegios. Confiamos en que cada familia nos aportará en su propia medida, a través de conversaciones con sus hijos, así como del permanente contacto con la Dirección del colegio y el profesor que corresponda